Lloriquear no es una opción.
A ratos me siento tan aplastada por todo que me encantaría poder pararme, desahogarme y reciclarme.
Pero no puedo. No tengo tiempo.
Ni ganas.
Toca ser fuerte.
Tener fe en que todo acabará saliendo bien
y seguir esforzándome.
(O empezar a hacerlo)
Ya es hora de poner un poquito de mi parte...
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